Porque esta vida está para vivirla y para disfrutar, porque si tenemos límites viviremos limitados, porque debemos conocer más allá de las fronteras para valorar lo que tenemos (o añorar lo que nos falta), porque sino viajas no has vivido! Tan simple como eso.
Y es que nada te va a aportar lo que te aporta viajar, esa excitación de los días previos, la planificación del viaje, la curiosidad por no saber que te vas a encontrar, si vas a saber llegar en la línea correcta de metro, si van a hablar inglés y les vas a entender, si vas a conocer gente estupenda, si te va a gustar la comida del país, si vas a hacer muchas fotos, si te caerás de la bici, si sabrás mirar en el lado correcto en el semáforo, si la cama del hotel será de tu agrado, si te apañarás con la moneda... En fin, la lista es interminable, por lo menos para mí!
Y durante el viaje, tus emociones son una montaña rusa, desde nerviosismo por no conocer si te pierdes, hasta alegría inmensa cuando de repente aparece el Mont Blanc detrás de las montañas en plenos Alpes. Y es entonces cuando se hace realidad la frase de que viajar es lo único por lo que pagas y te hace más rico.
Si, acabo de volver de viaje y estoy en pleno síndrome post vacacional! Y es que Francia, Ginebra, los Alpes y el Monta Blanc me han recibido con un fin de semana impresionante. Que por supuesto os contaré en el próximo post!
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